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Las personas que conocen bien a Dios -los místicos, los ermitaños, los que lo arriesgan todo para encontrar a Dios- siempre se encuentran con un amante, no con un dictador. Nunca encuentran a Dios como un padre abusivo o una madre tiránica, sino siempre como un amante que es más de lo que nos atrevíamos a esperar. Qué diferente del "administrador de cuentas" al que la mayoría de la gente parece adorar. Dios es un amante que recibe y perdona todo.