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Es como si me sentara y pusiera las manos sobre el piano o la guitarra, y entonces escuchara un sonido o sintiera un acorde que resonara y entonces consiguiera que algo sucediera en mi voz. Mi voz es como un coche en el que me subo y conduzco pero no sé adónde voy. Y lo grabo todo. Y a menudo entro en un estado, un estado creativo, en el que me siento melódicamente y toco cosas que se me ocurren. Luego vuelvo a escucharlo y, por primera vez, oigo lo que acabo de hacer. Es como si Elvis hubiera abandonado el edificio.