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Los incentivos fiscales son cosas que el negocio de la música puede emular. Si soy propietario de Yesterday, de los Beatles, e intento pedir un préstamo de 10.000 dólares a un banco utilizando esa canción como garantía, no sabrían qué hacer. Me echarían del banco. En cambio, si contamos con personas especializadas que sepan tasar el valor de la propiedad intelectual, como canciones, catálogos y grabaciones maestras, sabrán darle algún tipo de valor. Esto existe en Nashville y Los Ángeles. Nueva Orleans está empezando a conseguirlo.