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Existe una norma cultural en la izquierda de tener miedo a declarar la victoria, que está relacionada con el binario reforma/revolución. Mientras que los reformistas consiguen pequeñas victorias, los revolucionarios no quieren que la gente se sienta satisfecha con esas pequeñas victorias porque les preocupa que eso lleve a aceptar el panorama más amplio de la dominación del capitalismo, y por eso encuentran la manera de convertir cada victoria en una derrota. En el libro, hago un llamamiento a una cultura de declarar la victoria siempre que podamos.