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La idea de que el campus tiene las manos atadas si una mujer no está dispuesta a ir a la policía, si la mujer sólo está dispuesta a ir tan lejos como "simplemente no quiero verle más en mi dormitorio", es ridícula. Si eso es lo más lejos que está dispuesta a llegar, entonces tenemos que adaptarnos a ello. Y una universidad tiene que ser capaz de adaptarse a ello.