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Sin duda había un orden jerárquico, y cuando Stallone entró, dijimos: "¡Salve a todos!". Entró con sus grandes antebrazos, señalando y diciendo a todo el mundo dónde quería las cámaras con su gran puro encendido, y tú simplemente decías: "¡Este es Stallone!" con admiración, porque ninguno de nosotros estaría aquí sin este tipo. Esa es la cosa, él cambió el cine para siempre.