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El truco es, después de todo, obvio. El teísta toma términos que pueden aplicarse sólo a la vida sensible y los aplica al universo en general. Habla de medios, es decir, de la planificación deliberada para alcanzar ciertos fines, y luego dice que como hay medios tiene que haber fines. Después de haber metido el conejo en la chistera sin que nadie se diera cuenta, es capaz de sacarlo a la luz ante la admiración de su público.