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Hay una cualidad adorable en las herramientas reales. Sentimos mucha simpatía por lo que permite a la mano obedecer al cerebro. Es más, uno siente un gran respeto por ella; sin ella, el cerebro y la mano estarían indefensos.
Hay una cualidad adorable en las herramientas reales. Sentimos mucha simpatía por lo que permite a la mano obedecer al cerebro. Es más, uno siente un gran respeto por ella; sin ella, el cerebro y la mano estarían indefensos.