Desgraciadamente, el Islam se volvió contra la ciencia en el siglo XII. La figura más influyente fue el filósofo Abu Hamid al-Ghazzali, que en La incoherencia de los filósofos se opuso a la idea misma de las leyes de la naturaleza, aduciendo que tales leyes encadenarían las manos de Dios. Según al-Ghazzali, un trozo de algodón puesto en una llama no se oscurece y arde por el calor, sino porque Dios quiere que se oscurezca y arda. Después de al-Ghazzali, no hubo más ciencia digna de mención en los países islámicos.