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Ahora bien, las cosas que se hacen pueden no ser malas o impropias; de hecho, pueden ser buenas y piadosas (como leer la Biblia, orar, adorar, predicar); pero si no se emprenden en un espíritu de completa confianza en el Espíritu Santo, entonces la carne es la fuente de todo. La vieja creación está dispuesta a todo -incluso a someterse a Dios- con tal de que se le permita vivir y ser activa.