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Queremos ser especiales. Queremos ocupar un lugar central en el cosmos. Queremos que la evolución -incluso la evolución sin Dios- se haya dirigido hacia nosotros para que estemos en la cúspide de la escalera del progreso de la naturaleza. Rebobinamos la cinta de la vida y queremos creer que nosotros (Homo Sapiens) apareceríamos una y otra vez. ¿Lo haríamos? Probablemente no.