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  • Hemos caído en la mentira del diablo. Su estrategia más básica, la misma que empleó con Adán y Eva, es hacernos creer que el pecado trae plenitud. Sin embargo, en realidad, el pecado nos roba la plenitud. El pecado no hace la vida interesante, sino vacía. El pecado no crea aventura, sino que la embota. El pecado no expande la vida, sino que la encoge. El vacío del pecado conduce inevitablemente al aburrimiento. Cuando hay plenitud, cuando hay belleza, cuando vemos a Dios como realmente es -una reserva inagotable de fascinación- el aburrimiento se hace imposible.

    Randy Alcorn (2011). “Heaven”, p.394, Tyndale House Publishers, Inc.