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La juventud debe ser radical. La juventud debe exigir cambios en el mundo. La juventud no debe aceptar el viejo orden si quiere que el mundo avance. Pero el viejo orden no debe moverse con facilidad, y mucho menos por mero capricho o a instancias de la juventud. Debe haber choque y si la juventud no tiene la fuerza o el fervor suficientes para producir el choque, el mundo se vuelve rancio y se estanca y se agria en la decadencia.