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Cada paseo al bosque es un rito religioso, cada baño en el arroyo es una ordenanza salvadora. El servicio de comunión es a todas horas, y el pan y el vino proceden del corazón y los tuétanos de la Madre Tierra. No hay herejes en la iglesia de la Naturaleza; todos son creyentes, todos son comulgantes. La belleza de la religión natural es que la tienes todo el tiempo; no tienes que buscarla lejos, en mitos y leyendas, en catacumbas, en textos confusos, en milagros de santos muertos o frailes bebedores de vino. Es de hoy; es ahora y aquí; está en todas partes.