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Debemos ser educados en la modestia humana interior, para que podamos reconocer que no estamos, ni siquiera por un momento, completos como seres humanos. Al contrario, seguimos desarrollándonos desde que nacemos hasta que morimos. Debemos reconocer que cada día de la vida tiene un valor especial, que no carece de sentido que tengamos que aprender a vivir hasta los treinta justo después de haber pasado por los veinte. Debemos aprender que cada nuevo día y cada nuevo año ofrecen una revelación continua.