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Vivimos tiempos extraños. También vivimos en lugares extraños: cada uno en un universo propio. Las personas con las que poblamos nuestros universos son las sombras de otros universos enteros que se cruzan con el nuestro. Ser capaz de asomarse a esta desconcertante complejidad de infinita recursividad y decir cosas como: "¡Oh, hola, Ed! Bonito bronceado. ¿Cómo está Carol?" implica una gran habilidad de filtrado para la que todas las entidades conscientes tienen que desarrollar finalmente una capacidad con el fin de protegerse de la contemplación del caos por el que bullen y dan tumbos.