No puedo creer que Hillary Clinton quiera que el mundo piense que cada vez que se mete en problemas políticos, su marido va a aparecer rugiendo, rompiendo muebles, absorbiendo oxígeno, vomitando dióxido de carbono. Mi impresión es que es lo bastante fuerte como para defenderse, como demostró en el reciente debate demócrata. Pero aparentemente no es lo suficientemente fuerte para controlar al Sr. Bill. Y si ese es el caso, cualquier votante en su sano juicio tendría que pensárselo dos veces antes de permitir este tipo de espectáculo circense en la Casa Blanca.