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No son los demonios (que al menos tienen rostro humano) sino el mismísimo infierno lo que parece reírse dentro de mí, es la locura graznante del universo muerto, el cadáver giratorio del espacio físico, el fin de todos los mundos soplando negruzco en el viento, sin forma y sin tiempo, sin un Dios que lo haya creado, sin siquiera su propio yo, girando imposiblemente en la oscuridad absoluta como la única realidad, todo.