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  • Nunca he planeado nada con antelación. Simplemente voy por la vida comprobando el menú de las tres comidas de ese día. Nunca me preocupo por el mañana. Sólo desde que me he hecho mayor he empezado a preguntarme si el tiempo se acaba. ¿Es suficiente que no planifique? Porque a lo mejor un día no llega el jueves que viene. Y entonces, eso me preocupa. Pero esa no es una preocupación exclusiva del escritor, es la preocupación de todo hombre de mediana edad que se mira en el espejo.