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Con demasiada frecuencia, lo peor que les puede pasar a los jóvenes es despolitizarlos. Cuando eso ocurre, no sólo se les dice a los jóvenes que no cuentan -su agencia no vale nada, sus experiencias no valen nada y su voz debe permanecer en silencio-, sino que también se les dice que no hay alternativa al actual estado de cosas.