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Necesitamos un nuevo lenguaje político con narrativas más amplias. Este lenguaje tiene que desentrañar la omnipresente dinámica ideológica, pedagógica y económica de una forma de darwinismo económico que ahora gobierna gran parte del mundo. Este sistema debe ser desmitificado, politizado y reconocido por las formas en que ha llegado a suponer una grave amenaza para la democracia.