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Montreal es tan fría, tan pobre y la cerveza es tan barata que si vas a un espectáculo tienes que hacer frente a las inclemencias del tiempo para llegar. Así que llegas y todo el mundo está empapado. Hay una sensación de "¡he atravesado un metro de nieve para llegar hasta aquí! Creo que de ahí surge una especie de camaradería que también es importante para mí.