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En un nivel micro, si no tenemos mucha suerte, este tipo de cosas pueden ocurrirnos con bastante frecuencia: lo político se convierte en personal de forma dramática e irreparable. Recuerdo la primera vez que salí al desierto, pasé por todos esos campos de minas y mi guía me contó la historia y me di cuenta de que todos esos mecanismos asesinos eran reales, estaban ahí esperando una víctima, y algunos de ellos llevaban ahí sesenta, setenta, ochenta años.