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En nuestra infancia adquirimos todas las habilidades sociales, emocionales y éticas que necesitamos para ser adultos bien adaptados, o no. Algunos no sabemos cómo decirle a alguien que nos gusta. Muchos nos deprimimos y nos emborrachamos. ¿Por qué no hacemos algo que nos haga sentir mejor? Porque no sabemos hacer otra cosa. Cuando no tenía suficientes habilidades lo compensaba con drogas y alcohol. Es como si hubiera un agujero en la pared y hubiera puesto un cartel encima.