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Recordemos los sueños utópicos del siglo pasado, o incluso del siglo anterior, en los que la gente pensaba que las máquinas acabarían por darnos una calidad de vida en la que nuestras necesidades estarían cubiertas para que todos pudiéramos ser básicamente artistas juntos por la noche, después de haber pescado, cazado, criado ganado... o lo que Marx imaginara para nosotros.