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Lo cierto es que la Historia, con su imponente H mayúscula, no es más que la amalgama de muchas vidas cotidianas vividas de forma muy ordinaria. La Historia es siempre personal. Si leemos los relatos de los supervivientes del Holocausto o de la esclavitud en Estados Unidos, nos daremos cuenta de que esos grandes momentos históricos fueron personales para alguien en algún momento.