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Cuando empecé a trabajar en estos grupos de apoyo, me sentí impulsada y obligada a escribir canciones, porque de otro modo no sabía muy bien qué iba a hacer en lo que a música se refiere. No estaba especialmente motivado para escribir canciones. Pero el nivel de humanidad y espíritu que presencié me impactó e inspiró tanto que sentí un vigor renovado para escribir música. En cuanto a lo enraizante que es, sí, es lo último en perspectiva.