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James L. Brooks se convirtió en nuestro mentor, nos trajo a Los Ángeles y trabajó con nosotros en el guión durante un año. Aprendimos mucho trabajando con él, por el mero hecho de pasar tiempo con él, la calidad de su mente, las cosas que se le ocurren y dice. Creo que Wes [Anderson] y yo podríamos ir a cenar esta noche y pasarnos toda la cena pensando y hablando de cosas que Jim nos ha dicho a lo largo de los años.