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No hay absolutamente nadie, aparte de ti mismo, que pueda impedirte, en mitad de la noche, bajar a hurtadillas a arreglar los bordes de ese trozo de queso que hay al fondo de la nevera.
No hay absolutamente nadie, aparte de ti mismo, que pueda impedirte, en mitad de la noche, bajar a hurtadillas a arreglar los bordes de ese trozo de queso que hay al fondo de la nevera.