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  • Una cosa que mi madre no quería que hiciéramos ninguno de nosotros era llorar o quejarnos de la vida. Todos los días y todas las noches, incluso cuando no teníamos mucha comida, rezábamos juntos. Y eso para mí era un momento precioso. El hecho de ser pobre no me hacía daño.

    Fuente: www.interviewmagazine.com