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En cierto modo, es este sentido del orden y también del amor lo que, creo, realmente salvó la vida de Eleanor Roosevelt. Y en sus propios escritos, se muestra muy cariñosa con su abuela, a pesar de que, si nos fijamos en los relatos contemporáneos, son relatos de horror ante la escena dickensiana que representa Tivoli: sombría y lúgubre y oscura e infeliz. Pero Eleanor Roosevelt en sus propios escritos no es muy infeliz sobre Tivoli.