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Acabo de recibir una crítica de Robert Gottlieb, que fue mi editor en The New Yorker, y se extrañaba de que a mi edad aún necesitara exorcizar a mis padres. Creo que comete un error básico al pensar que el exorcismo nunca puede ser total. El exorcismo de tus padres seguirá ocurriendo en tu propio lecho de muerte.