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Los presidentes no tardan en darse cuenta de que, si bien un solo acto puede destruir el mundo en el que viven, ninguna decisión puede hacer que la vida mejore de repente ni puede dar un vuelco a la historia para bien.
Los presidentes no tardan en darse cuenta de que, si bien un solo acto puede destruir el mundo en el que viven, ninguna decisión puede hacer que la vida mejore de repente ni puede dar un vuelco a la historia para bien.