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Los iconos también son bellos, con sus colores luminosos y sus panes de oro. A primera vista, los motivos pueden parecer planos, sus poses artificiales. Pero la maravilla de los iconos tiene que ver con la relación que se establece entre el panel y el espectador. Mirar un icono me produce una sensación de serenidad, es como una forma de oración. Así que supongo que, en este sentido, el icono es insuperable.