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Para mí, el impulso por la monumentalidad es tan endogámico como el deseo de comida y sexo, independientemente de cómo lo denigremos. Los monumentos difieren según las épocas. Cada época tiene los suyos.
Para mí, el impulso por la monumentalidad es tan endogámico como el deseo de comida y sexo, independientemente de cómo lo denigremos. Los monumentos difieren según las épocas. Cada época tiene los suyos.