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Mi padre solía llevarnos a mi hermana pequeña Whitney y a mí al campo de tiro y se ponía detrás de nosotras mientras disparábamos. Éramos unas niñas muy pequeñas, de unos diez años por aquel entonces, así que el retroceso al apretar el gatillo nos hacía volar hacia atrás. Pero él se ponía detrás de nosotras y se aseguraba de que estuviéramos a salvo.