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Irán tiene una población joven, y el deseo de salir de las restricciones sociales religiosas conservadoras y poder decir lo que piensan sin temor a ser detenidos es palpable. Pero casi siete años después de que las autoridades aplastaran las masivas protestas callejeras, los reformistas siguen amenazados de detención y las expectativas de cambio son extremadamente bajas.