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Organizar el tiempo es exactamente igual que organizar el espacio. Igual que un armario es un espacio limitado en el que debe caber un número determinado de objetos, una agenda es un espacio limitado en el que debe caber un número determinado de tareas. Cada día y cada semana son simplemente un contenedor, una unidad de almacenamiento con una capacidad definida. El truco está en tratar el tiempo no como una abstracción, sino como algo sólido a lo que puedes agarrarte y moverte.