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A veces no nos enfrentamos a lo que ocurre en nuestro mundo, ya sea una crisis del agua o de la tierra, porque nos da demasiado miedo y nos resulta doloroso. Igual que no queremos enfrentarnos a las partes de nosotros mismos que nos resultan demasiado incómodas o dolorosas. Tenemos que enfrentarnos a ambas y amarlas para poder sanarlas.