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Cuando era niña y crecía en el noroeste del Pacífico, siempre que me sentía abrumada emocionalmente, salía a pasear por el bosque. La quietud y la grandeza de los árboles siempre me habían tranquilizado.
Cuando era niña y crecía en el noroeste del Pacífico, siempre que me sentía abrumada emocionalmente, salía a pasear por el bosque. La quietud y la grandeza de los árboles siempre me habían tranquilizado.