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Todavía estoy muy conectado a la forma en que siempre me han percibido. Y es verdad. No estoy tratando de exagerar nada, es verdad. He pasado por delante de numerosos coches en los que han cerrado las puertas, me meto en un ascensor y alguien se aparta. He estado en un lugar donde algunas personas piensan que sus hijos no deben jugar con los míos. Y eso me rompe el corazón.