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Siempre existe el peligro de que haya tantas cosas que un dramaturgo pueda examinar en esta sociedad nuestra -cosas que tienen menos que ver con su trabajo artístico que con el entorno crítico y estético- que tal vez tenga que preocuparse de si está escribiendo demasiado deprisa o no. Pero también puede que deba preocuparse por estrenar el mayor número posible de obras antes de que caiga el inevitable hacha.