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La humildad es esencial para adquirir conocimientos espirituales. Ser humilde es ser enseñable. La humildad te permite ser tutelado por el Espíritu y ser enseñado a partir de fuentes inspiradas por el Señor, como las Escrituras. Las semillas del crecimiento personal y la comprensión germinan y florecen en el suelo fértil de la humildad. Su fruto es el conocimiento espiritual que te guiará aquí y en el más allá.