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En Ámsterdam, el agua es la dueña y la tierra el vasallo. Por toda la ciudad hay tantos canales y puentes levadizos como brazaletes en los brazos bronceados de un gitano.
En Ámsterdam, el agua es la dueña y la tierra el vasallo. Por toda la ciudad hay tantos canales y puentes levadizos como brazaletes en los brazos bronceados de un gitano.