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  • Cuanto más incursionaba, más se acercaba a las otras habitaciones. Esas cámaras sin usar y llenas de telarañas de su corazón. ¿Se atrevería a aventurarse allí? Lo dudaba. Saltar desde un acantilado era un tipo de valentía llamativa, pero un hombre necesitaría verdadera fuerza y valor para atravesar aquellas puertas cerradas con candado. En su interior había espacios oscuros e inexplorados que habían sido construidos para albergar el amor, e incluso ella tenía miedo de explorarlos. Temía descubrir lo vastos y vacíos que eran en realidad.