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Nuestra política está siendo secuestrada por un número comparativamente pequeño de personas que pretenden dominar el debate gritando más alto. Ven el mundo como una lucha urgente entre verdaderos creyentes y no creyentes. Intentan imponer estrictas pruebas de fuego e insisten en la conformidad. Demonizan la disidencia y consideran enemigos a todos los adversarios políticos. El miedo es su táctica favorita para dividir y conquistar.