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Cuando los grandes hombres se dejan abatir por la persistencia de la desgracia, nos demuestran que sólo los sostenía la ambición, y no su mente; de modo que ADEMÁS de una gran vanidad, los héroes se hacen como los demás hombres.
Cuando los grandes hombres se dejan abatir por la persistencia de la desgracia, nos demuestran que sólo los sostenía la ambición, y no su mente; de modo que ADEMÁS de una gran vanidad, los héroes se hacen como los demás hombres.