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Cuando era pequeño, escribí una obra sobre unos personajes que vivían en una casa encantada. Había una bruja que vivía allí, y una momia. Cuando todos le molestaban, el tipo que había comprado la casa -no puedo creer que me acuerde de esto- les decía: "¿Quién paga la hipoteca de esta casa encantada?". Me pareció muy gracioso.