-
Con el asesinato de Keith [mi prometido], cambié. Pensaba que sería fiscal para siempre, pero había tantos días en los que salía de la sala durante un juicio y me iba por el pasillo hasta el baño de señoras, me metía en un pequeño retrete y lloraba.
Con el asesinato de Keith [mi prometido], cambié. Pensaba que sería fiscal para siempre, pero había tantos días en los que salía de la sala durante un juicio y me iba por el pasillo hasta el baño de señoras, me metía en un pequeño retrete y lloraba.