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  • Iba a la playa con mi cuello de tortuga, toda abrigada. Leía mi libro y fruncía el ceño, pero no había visto las playas más bonitas del mundo. En Canadá había una playa en la que ni siquiera se podía nadar. Pero una vez que viajé y vi zonas más bonitas, mi relación con el planeta se amplió, empecé a conectar más con él y a ser más consciente.

    Fuente: thefancarpet.com